Como
os he comentado en varias ocasiones, para mi Enero es sinónimo de tutorías, inicio del trimestre y hay
que darse una vuelta por cada profesor.
Podríamos llamarlo campaña de
seguimiento para que no se olviden
de cómo tratar a mi hijo; en otros campaña
de sensibilización para ver si de una vez por todas el profesor entra en razón y entiende lo que supone tener dislexia; en
otros campaña de vigilancia para que
vean que estás detrás de tu hijo que
vigilas por su bienestar; otras
veces campaña de imagen para que
vean lo fantástico que es. Por supuesto como tengo tantos hijos me paso el mes entero de aula en aula. Creo que dentro de
poco elaborare un manual de cómo
preparar una tutoría. Si os cuento que encima en el colegio de mis hijos en secundaria tienes la opción de ver a
cada profesor, hacen una especie
puertas abiertas donde puedes conocer a cada uno cara a cara. ¡Total! Que me he
entrevistado con casi treinta profesores
…
Cuando
se acaba este mes, os imagináis como llego a Febrero, agotada y a veces con un
poco de falta de ilusión. Lo que
siempre esperas cuando vas a hablar con un profesor
es que por lo menos no sea
antipático, que sea simpático y agradable. Eso ayuda. Pero tras esta
ronda o gira turística de tutorías
me encuentro que simpatía vale, pero
lo importante es empatía. Yo quiero
alguien que me transmita que siente
respeto hacia mi como madre pero sobre todo hacia mi hijo que tiene dislexia; que no prejuzgue a mi hijo por sus rasgos
de dislexia, que no crea que es vago, tonto, perezoso, distraído,
etc.; que sea capaz de entender y
reconocer los sentimientos de mi hijo en su lucha diaria; quiero que sienta con y como mi hijo siente todos
los días en su clase. Uno no nace con empatía,
uno adquiere la empatía. Tener
empatía es una opción que uno elige. Como uno elige ser profesor, nadie le ha obligado a ello. En cambio uno no elige tener dislexia. Uno elige
tener empatía y buscar dentro de si mismo unos sentimientos para ser capaz de entender
los de otra persona. Un profesor
debe de tener empatía, si tiene además simpatía,
pues genial, y si además tiene sentido
del humor y es alegre, pues mejor. Pero lo esencial es la empatía. Yo en las tutorías de este mes me he encontrado con alguno que no tiene ni
pizca de simpatía; otros que desbordan
simpatía ; pero con empatía muy pero que muy pocos. Uno muy simpático me dijo que mi hija debería de estudiar más, debería
de trabajar más sus fichas pues
cuando llegaba a clase era incapaz de
hacer los mapas bien. Tu con otra dosis de simpatía y educación le cuentas la dislexia y lo que supone. El que quiere ser agradable y simpático, te escucha
con una sonrisa y te dice un “ si, pero…. Si estudiase más”, “ Si, pero si trabajase sus fichas mejor”. Lo siento no me sirve ni a mi
ni a mi hija, en estos casos la simpatía no me ayuda. En cambio la última
de mis tutorías y quizás de las más
complicadas ya que se trata 2º de
Bachillerato, en estos cursos hablamos de palabras mayores: selectividad, media para la universidad,
etc. Me encontré con lo que necesitaba, ni una sola sonrisa pero todo empatía. Me entendía a mi y a mi hijo. Sabía llevarnos a los dos. No siempre tenía respuestas, pero me
entendía e iba a buscar soluciones. ¡Me sentí tan bien! No me hacia falta
preocuparme por las etiquetas de mi hijo,
no me hacia falta vender los puntos fuertes de mi hijo, ni callarme los puntos menos fuertes, que
aun teniendo dislexia tiene como cualquier otra persona…. Simplemente hablamos sobre mi hijo, intentando buscar el mismo camino y la misma salida, el bien de mi hijo. No solo su meta era
selectividad, su meta era que mi hijo fuese un hombre feliz, independiente,
seguro de si mismo y sensato. Eso es un profesor y eso es empatía.
Por
eso simpatía de acuerdo, pero
puestos a elegir quiero empatía.
Quiero que el profesor conecte con mi
hijo. Se ponga en su pellejo, le
respete, conecte con él, no lo juzgue y a partir de ahí se ponga a trabajar con
él. A partir de ahora deberíamos de colgar un emeticono de empatía en la puerta de la sala de profesores. Deberían de trabajar ya sea con un coaching ya
sea por obligación la empatía.
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