Esta
es la última semana antes de Navidad. Semana intensa de nervios, de emociones, de alegrías y de menos alegrías. Las notas, los esfuerzos
recompensados, los no recompensados y la Navidad.
En casa mis hijos escriben las cartas a su Rey Mago, cada uno tiene el suyo.
Todos piden cosas, pero lo que de verdad piden es ilusión, ilusión y mucha ilusión. Su ilusión es la que ven mermada a lo largo de su curso. Su autoestima
no muy fuerte, los esfuerzos no recompensados, las lágrimas por las notas
leídas en alto, por los suspensos no merecidos, por las tardes interminables de
deberes, por quedarse en blanco en el examen, por no escribir bien, por las
faltas de ortografía, por tantas y tantas cosas que les pasan en su año
escolar por culpa de ser distintos a la
mayoría, por culpa de nadie y de todos. A todos mis hijos y a todos esos
niños seguro que su Rey Mago les quiere decir algo muy especial.