Soy disléxico, pero soy un niño normal.

Un reto que hemos tenido en nuestra casa desde el principio, es el que nuestros hijos sean normales. A pesar de tanta terapia y de ser todos disléxicos, hemos intentado mantener el humor y ver todo normal. Tanto lo hemos intentado, que mi marido y yo vemos nuestro caso de tantos hijos disléxicos como algo normal. Nos reímos cuando vemos las caras y los comentarios de la gente al enterarse de nuestro caso. 

Creo que en esta parte de la dislexia el que ha tenido el papel más importante para lograrlo ha sido mi marido. Quizás sea que al ser el disléxico no le ha dado ninguna importancia, quizás sea que tiene un carácter mucho más pausado y tranquilo que yo, sabe "normalizar" las situaciones extraordinarias. No lo se, lo que es cierto es que esos días de desesperación delante de los deberes, esas tutorías donde el profesor te dice una lista larga de problemas de tu hijo,  esas semanas donde no ves el final del túnel; el siempre sabe quitarle importancia y verlo todo de una manera muy objetiva. Siempre me dice que ni tan malo como nos lo pintan, ni tan bueno como otras veces nos dicen.

Por el contrario el ha sido el que ha exigido a nuestros hijos lo mismo que a cualquier otro niño normal. No se ha dejado llevar por la compasión, ni la pena, eso no es ayudar, sino más bien lo contrario. Siempre se ha opuesto a cualquier trato de favor mientras el niño fuese capaz de hacerlo. Dice que en la vida no le van a ir mirando si es disléxico o no el día de mañana. Hasta que las notas no han contado para el futuro de nuestros hijos, para la universidad, hemos preferido que no tuviesen ningún trato especial, más valía un aprobado raspón sin ayuda que un notable con ayuda. El fin es que ellos se desenvuelvan igual que cualquier otro niño, aunque necesiten un mayor esfuerzo, en el futuro, por desgracia, nadie les va a tener en cuenta su dislexia y les van a exigir lo mismo que a cualquier otra persona. Además mi experiencia es que ellos se sienten mejor cuando se ven iguales que el resto. Cuando nadie se da cuenta de su dislexia.

El ser tratados como los demás niños, implica un equilibrio para no dañarles la autoestima. Es decir, si no teniendo ningún trato de favor no consiguen aprobar, se esfuerzan constantemente y no llegan al nivel exigido, se les crea un estres y una sensación de fracaso que hay que evitar como sea. Encontrar este equilibrio no siempre es fácil. Hay que estar presentes y muy cerca de ellos, para que al menor síntoma poder acudir en su ayuda. En esas situaciones que pueden ser pasajeras, hay que ayudar y hay infinidad de maneras para ayudar. Si esa ayuda pasa lo más desapercibida posible de cara al resto de alumnos mejor.

Mi experiencia personal es que ellos en verdad anhelan sentirse igual de normales que el resto, por ello cuando consiguen pasar desapercibidos y camuflar su dislexia se sienten muy satisfechos. Mis hijos comentan riéndose en casa cuando un profesor les dice que no son disléxicos, que no lo notan y tiene que presentar el informe del pedagogo. Cuando ven que llegan a la media de la clase sin ayuda alguna.

El tratarles normales significa no limitarlos nosotros mismos. Si teníamos pensado que nuestros hijos hablasen idiomas a por ello. ¿Por que no? ¿Por su dislexia? Es una tontería, hay que normalizar todo, exigirles que aprendan idiomas como cualquier otro niño. Es cierto que el escrito les va a costar más que al cualquier otra persona, pero el oral no, pueden hablarlo sin problemas. Exigirles que saquen notas y que hagan una vida normal. Ellos se tienen que ver normales, se tienen que sentir como los demás para así evitar una multitud de complejos, de inseguridades y de problemas derivados de la dislexia. Para lograrlo, nosotros los padres debemos de ser los primeros en normalizar la situación, en que no nos den pena y tratarlos como al resto de los niños. Al fin y al cabo son como el resto de los niños, normales, igual de guapos, de listos y de fantásticos que un no disléxico.


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