/

28 enero 2013

Como empezó .... toda esta aventura de la dislexia.






Quizás sea largo y aburrido de leer. El porque de crear un blog y hablar sobre mis hijos, es sencillamente una necesidad personal. Quiero escribir todas mis "aventuras" dentro de este mundo que es el aprendizaje, creo que tras estar educando a seis hijos disléxicos tengo una maleta llena de experiencias, de consejos que quizás le puedan ser de utilidad a otras personas.

Antes de nada, aclarar que yo no soy disléxica, por lo que nunca podré por mucho que lo intente sentirme y ver la vida como tal. Al vivir rodeada de mis seis hijos y mi marido que sí lo son, creo que tengo mucha empatía por ellos y soy capaz de crear puentes, caminos, para que sepan decodificar mejor el mundo tal cual es, el mundo de los no disléxicos.
Hace doce años cuando fui a recoger el último día de clase a mi hijo Fernando al colegio, la profesora de infantil me recomendó que durante las vacaciones practicase caligrafía, que no dejásemos la lectura, que en primero de primaria podría tener alguna dificultad.  Yo no di importancia alguna al comentario y pasamos un verano tranquilo. Nunca pensé que era el comienzo de una nueva aventura, que condicionaría mi vida a lo largo de los próximos años.


Septiembre llegó, Fernando subió al piso de los mayores, entramos en primero de primaria. Cuando digo entramos, es porque desde entonces yo entre de nuevo al colegio, volví a rehacer la escolaridad con mi hijo. A los pocos días me llamó su profesora, el niño tenía problemas de lectoescritura, necesitaba ser evaluado por un especialista. Gracias a la ayuda de una íntima amiga, fui directa al lugar adecuado y a la persona correcta. Me ahorre el peregrinaje por todo Madrid de buscar el especialista adecuado. Hay miles, pero que tengan experiencia y den confianza, no tantos.

Yo todavía no me percataba del tamaño del problema y del recorrido que tenía que iniciar. Es más concerté la cita y en vez de llevar yo a mi hijo, mande a mi madre. Cual debió de ser la cara de sorpresa de la pedagoga al ver que ninguno de los padres aparecía en la cita. Mi hijo fue evaluado y educadamente le pidieron a mi madre que me pusiese en contacto con ellos. Era urgente hablar con los padres. Mi marido, como muchos otros, delegó todo en mi, y me fui sola a la entrevista. Después de un largo interrogatorio sobre nosotros, mi embarazo, parto, vida familiar, etc. Me preguntaron si teníamos antecedentes familiares de dislexia, a lo cual conteste con un no rotundo. Hasta el momento todo iba dentro de la normalidad, me confirmaron que mi hijo tenía un grado muy severo de dislexia y yo seguía sin ver más allá. Que quería eso decir¿ que cambiaba ciertas letras en la lectura? ¿Confundía la p y la b?. Pensé para mis adentros que eso no era grave, con unas clases quedaría solucionado. Irene, la pedagoga, a la cual le debo gran parte de toda la educación de mis hijos, empezó a hablarme de espacialidad, lectoescritura y un montón más de conceptos que yo creía entender pero en la realidad era una auténtica ignorante.  Como vio que yo no terminaba de darme cuenta del problema de mi hijo, empezó a sacarme cuadernos de niños de la edad de mi hijo para que comparase y viese con mis propios ojos que pasaba. Pues como dice la gente, no hay más ciego que el que no quiere ver,  yo seguía sin verlo, creí que era debido a un problema de nacimiento que limitaba la movilidad en el brazo de mi hijo junto con que estaba estudiando en el sistema francés. ¡Total! No era grave, ni para preocuparse mucho, unas clases y ya está. Fernando tenía que empezar urgentemente la terapia, me lo metieron con calzador en un grupo, daba igual, el niño necesitaba ayuda urgente. Me dieron hora a las siete de la tarde, dos días por semana, me tenía que cruzar Madrid entero, pero como creí que era cuestión de uno o dos meses, no pasaba nada. Que tenía que estar con niños mayores que él, no era grave, solo eran dos meses...

En verdad no me daba cuenta no solo de que sí pasaba algo, sino que de que a partir de ese día mi vida tomó otro rumbo, otros nuevos caminos y una gran aventura. Empezábamos una carrera de fondo, un largo maratón que nos llevaría hasta al inicio de la universidad.


[tags]dislexia, disléxico, lectoescritura, psicomotricidad, experiencia, familia, hijos[/tags]


1 comentario:

  1. Me encanta, María. ¡Qué valioso es tu blog para otros padres de niños con dislexia! Gracias por contar tu historia.

    ResponderEliminar