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20 marzo 2014

Siempre estás a tiempo de ayudar.


Como os comente tuve tutoría con la profesora de mi hijo. Tengo que decir que tras pasar el stress, los llantos y calmarnos madre e hijo, las aguas vuelven poco a poco a su cauce. Fui a hablar con su profesora y todo fue para bien.

Me encontré con una profesora que no sabía que mi hijo tenía dislexia, que reconoció sus fallos, que le dolió enormemente haber causado daño y que pidió disculpas. Sin querer nos causó un daño que ella no era consciente y que cuando se  lo conté, se dio cuenta, supo verlo y  tuvo la suficiente empatía para ponerse en nuestro lado. Su cara lo decía todo, sentía el daño y el dolor, se daba cuenta de lo que yo le decía y era sensible. Algo tan sencillo como la sensibilidad es suficiente para poder ayudar y reconducir una situación. Le expliqué con todo detalle nuestra semana, mi hijo, sus preguntas, sus miedos, su dolor y sus lágrimas. Le explique su dislexia, como le afecta, los  puntos fuertes de mi hijo y los menos fuertes. Le expliqué un poco de la dislexia, en que consiste y que ella me podía ayudar enormemente. Le hice ver que ella es una parte muy importante en la dislexia de mi hijo, de ella dependen muchas cosas. Pero lo que más depende es que mi hijo se sienta feliz y bien en el colegio. Que está motivado y que entre cada mañana con ganas de ir a clase, de aprender y de verla a ella.  Acabé dándole las gracias por su capacidad de rectificar, de reconocer sus fallos y supe que a partir de ese día teníamos una profesora “aliada” a la dislexia. Se que el próximo niño que entre en su clase con dislexia va a encontrar un apoyo, a alguien sensible y dispuesta a colaborar.

11 marzo 2014

Duele tanto!


Creí que con todo lo que había pasado con mis hijos los mayores ya estaba preparada para afrontar cualquier tema relacionado con la dislexia. Creí que el haber pasado por cuatro hijos con dislexia, con todo tipo de problemas y de anécdotas, iba a tener todo controlado, incluidos mis sentimientos. Pues no, error total, mentira se sufre igual con cada hijo con dislexia.  Da igual que hayas pasado por uno, por dos, por tres, por cuatro, cuando llega el quinto vuelves a llorar, vuelves a no dormir y vuelves a sufrir.
Así estoy yo esta semana, estamos a martes y no paro de contar los días para que sea viernes. Mi quinto hijo, es un niño muy maduro que como dice él acaba de estrenar los nueve. Según estrenamos los nueve, ha estrenado profesora nueva pues la otra se ha ido a vivir al extranjero, y nos hemos encontrado de cara con todo el lado malo de la dislexia en el aula. Profesora que desconoce que tu hijo tiene dislexia, profesora que desconoce que es la dislexia, profesora que no sabe como tratar al niño y profesora que le grita. Niño que llora desconsoladamente, niño que se bloquea, niño que hasta ahora no sabía lo que era sentirse mal en el colegio, niño que hasta los recién estrenados nueve años no conocía el lado malo de tener dislexia. Tuvo la suerte de ser el quinto, tuvo la suerte de trabajar desde los tres años con psicomotricidad y logopedia, tuvo la suerte de aprender a leer en el aula con sus compañeros gracias a un  método multisensorial similar al de los sordos, tuvo la suerte de sentirse uno más. Hoy con sus nueve años ha descubierto la cruda realidad. Ha tenido que sufrir, ha tenido miedo y se siente mal, su autoestima por muchas velas que sopló el otro día está bajo mínimos. ¿Quien recompone ese daño? Por supuesto que he pedido cita y voy a hablar con su profesora, pero fue tan duro ayer su día. Lloró tanto a la salida del colegio, lloró tanto por la noche. Su cabeza no paró de dar vueltas y más vueltas. Preguntas de mi hijo de nueve años entre sollozo y sollozo: ¿Seré capaz de lograr ser lo que yo quiero cuando sea mayor? ¿Tendré que repetir el curso? ¿Desde que sabe que tengo dislexia me trata como si fuese tonto? ¿Tengo miedo de no ser capaz?

05 marzo 2014

Jornadas de Logopedia en Madrid Jueves 6 Marzo 2.104

Querido logopeda:

Soy una madre como tantas otras que te llega a la consulta, llego desesperada, no se que pasa pero mi hijo no lee, tiene problemas en el colegio y aquí estoy. He dado tantas vueltas para estar aquí. Del tutor fui al orientador, ninguno sabía que pasaba. Me daba la sensación que creían que mi hijo era inmaduro y un poco vago. De ahí pase por el pediatra y de ahí al psicólogo. Al parecer tiene dislexia. Me dicen que necesita terapia, que necesitamos un logopeda.

Me informo un poco más y veo que en Madrid no hay normativa sobre la dislexia, ni en educación, ni en sanidad. Que no delimitan sus competencias y que ahora mismo mi hijo es invisible de cara al sistema.

01 marzo 2014

La 2º Evaluación: ¡que vértigo!


Llega febrero en un minuto y pasa rápido demasiado rápido. Febrero sería cualquier otro mes del calendario pero para mi es un mes estresante y agobiante. Tras ver los comentarios de otras madres con niños con dislexia, me doy cuenta que es algo que nos pasa a todas, no solo a mi. En febrero llegan las notas de la segunda evaluación y ello conlleva una sensación de vértigo, de miedo, de estrés, de no saber si hemos actuado correctamente a lo largo del curso, de que vemos junio a la vuelta de la esquina y de horror. Estamos las madres y los niños agotados, el ritmo es duro y la recompensa a tanto esfuerzo no aparece en las notas.