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25 abril 2013

Imagina, imagina un mundo mejor para la dislexia....



 Me encanta correr, llevo diez años que mi placer secreto consiste en ponerme mis zapatillas, mis cascos y correr. No os creáis que soy una deportista nata o que me dedico a los maratones. Aunque tengo que confesar que una meta mía es ser capaz de correr una media maratón. Pero los años pasan... y creo que va a ser un sueño no logrado. Mientras corro me evado y sueño despierta. Me encanta imaginarme cosas, situaciones y curiosamente a veces esos sueños se cumplen.

  Muchas veces me he imaginado el siguiente sueño. No os riáis, pues puede que se cumpla, pero de verdad que lo he pensado muchas veces. He pensado que conseguía una cita con el ministro de educación y con la consejera de la comunidad autónoma. Los dos sentados en una misma mesa y me preguntaban sobre como gestionar la dislexia. Me decían que hablase libremente, que en cuestión de quince días todas las peticiones serían efectivas, que harían un decreto especial para las dificultades en el aprendizaje. Pero un decretazo, de esos que no dejan nada sin atar. Que el objetivo del mes era convertirse en el país pionero en esta materia.  Yo sentada, tan tranquila empezaba a pedir mi lista de deseos y ellos muy aplicados no paraban de escribir todo, y lo que es mejor de asentir diciendo que estaban de acuerdo.

22 abril 2013

¿Como sería mi mundo sin la dislexia?






    "The most beautiful things in the world cannot be seen or touched; they are felt with the heart." --Antoine de Saint-Exupéry, The Little Prince.

  El otro día estaba leyendo con uno de mis hijos, leía en alto, una página él y otra yo, para así ir avanzando y hacerlo más ameno. Esta vez la que se fue a una nube fui yo, mientras supuestamente leía detrás de él, mi cabeza estaba en otro sitio. Me enterneció escuchar a mi hijo leer, me enterneció ver lo encantado que estaba de ver que le dedicaba tanto o más tiempo que a otros hermanos suyos, me encantó verle feliz. Su mirada y su sonrisa eran el mejor regalo. Mientras tanto mi cabeza se puso a pensar, ¿que sería de mi sin la dislexia? ¿Como sería mi vida? Yo que no soy disléxica pero que convivo con ella de la manera más estrecha que uno puede imaginarse. Mi marido es disléxico, mis hijos también y una de mis íntimas amigas también lo es. ¿Como sería todo? Pues sería todo diferente, distinto. Nunca hubiese conocido este apasionante mundo de la educación y de la dislexia.

18 abril 2013

Mirala, mirala ...... una vez más, ahí está: la dislexia




  El otro día me puse a hacer los deberes con mi hijo Pedro, tiene siete años, su dislexia es leve. Es el quinto de mis hijos. Gracias a la ayuda de sus profesores, del colegio y que al ser el quinto hermano, en cuanto tuvo tres años y empezamos a ver cosas llamémoslas de alguna forma " extrañas" o " anómalas", empezamos a ir a terapia. Simplemente a corregir y ayudar todas las "anomalías" que se iban presentando. A esa edad tan temprana es imposible poder diagnosticar una dislexia. Ni siquiera han empezado el proceso de lectoescritura. A ello le sumo que tuvo, y diría tuvimos ya que a mi me evito un montón de trabajo, la inmensa suerte de que le enseñaron a leer con un sistema buenísimo. Le enseñaron a leer con el sistema de los niños sordos, con signos. Nunca lo había visto, no se de nadie en mi entorno que lo utilice, pero los resultados han sido asombrosos. Ni un solo problema con la lectura, Pedro acabó primero de primaria leyendo en francés y español sin ningún problema, sin stress, sin agobios, sin atascarnos en ninguna letra, ni sílaba, sin nada. Después de cuatro hijos donde el inicio a la lectura ha sido un verdadero stress, donde tarde o temprano se han ido atascando todos, esto me pareció el descubrimiento del año. Cual ha sido mi sorpresa, que al haber aprendido a leer con este sistema el inicio en la escritura y en la ortografía ha sido, aunque con algunos problemas, mucho más sencillo que con el resto de sus hermanos. En cuanto se le atasca una palabra, empieza a hacer todo tipo de signos con las manos, fijándose en lo que oye y los sonidos ... y al final termina por escribir lo que se le dice. A veces tengo que reconocer que no es del todo exacto, pero se le asemeja bastante, no siendo un disparate. Lo cual para mi es todo un logro.

  Bueno, volviendo al tema, este sábado me puse a leer con él. Cual fue mi sorpresa cuando según iba leyendo, según iba contestando a las preguntas del texto, allí estaba ella. Como tantas otras veces, escondida, disimulada, solo a la vista de pocos, allí estaba su dislexia. En ese momento me entró pereza, cansancio y agotamiento de tener que empezar otra vez a trabajar de lleno con otro hijo. Pero me demostró una vez más, que la dislexia siempre que está, siempre que te la diagnostican, acaba por  hacer acto de presencia, entra en escena tarde o temprano, está ahí y siempre da la cara. ¡Que le vamos a hacer! es nuestra compañera de por vida, para lo malo y... también hay que admitirlo para lo bueno, aunque a veces cueste encontrar las cosas buenas.

13 abril 2013

Dislexia...y tenemos que seguir tirando del carro.





  Esta semana ha sido una semana cuesta arriba, muy cuesta arriba. De esas que deseas que llegue el viernes, que se acabe todo, que vuelvan las vacaciones, que no tengas que seguir llevando a tus hijos al colegio, que deseas que llegue el verano y no ver durante un tiempo a los profesores, de no saber nada de la dislexia, de las notas, de los deberes y de nada. De que me dejen vivir tranquila con mis hijos, de que nos riamos y de que nos relajemos. Que no tuviesen que ir al colegio, que no tuviesen exámenes, y sobre todo que no tuviesen notas.

  Hemos vuelto de vacaciones y me han llegado las temidas notas. ¡Horror! con tantos hijos he tenido de todo, es de suponer. Los que las han tenido buenas, que se ha visto reflejado su esfuerzo en sus calificaciones, ha sido todo un premio para ellos. Pero dos de mis hijos no han tenido esa suerte

05 abril 2013

Eres disléxico, no te avergüences





  Este curso mi hijo de dieciséis años decidió cambiarse de colegio para hacer bachillerato. En septiembre su preocupación era integrarse bien en el nuevo colegio, hacer nuevos amigos y ser igual al resto. Pasar desapercibido, que nadie supiese de su dislexia, ser como el resto. Fui  al colegio a informar de la dislexia de mi hijo. Todo a escondidas, él no quería, quería que nadie supiese nada, quería pasar desapercibido. Tenía miedo a integrarse peor en el grupo  si se sabía lo de su dislexia. Visto desde fuera una tontería, visto desde los ojos de un niño de dieciséis años, adolescente y siendo el nuevo, una cuestión de extrema importancia.

  Como os iba diciendo, sus energías se centraron, como cualquier adolescente, en ser aceptado por el nuevo grupo de amigos. Los estudios pasaron a un segundo plano, su rendimiento escolar era muy bajo. Es un niño muy fácil y se integró sin problemas en el nuevo colegio. Hizo sus amigos, se integró a las mil maravillas y en contrapartida los suspensos llegaron. Como todos los años, mis hijos tardan en arrancar el curso. Son niños que les cuesta volver a coger el ritmo, este curso le costó más. A finales de noviembre, se puso las pilas y verdaderamente empezó a estudiar.

04 abril 2013

Y vinieron más… disléxicos

       



 Poco a poco os he ido contando como fuimos descubriendo la dislexia en mis tres primeros hijos. Como ya me habían ido avanzando los pedagogos lo normal es que con tres en casa, aparecieran más casos, y así fue vino mi hija la cuarta, María. En este caso la dislexia no apareció de forma extraña, ni camuflada, ni de forma tardía o diferente, apareció de manera tan descarada, que hasta los no especialistas lo veían de lejos. Era obvio María tenía dislexia y necesitaba ayuda.

La variedad que presentaba frente al resto de mis hijos era su carácter, su forma de ser. El resto son niños bastante tranquilos, esta es pura dinamita. La concentración es algo que no le acompaña, me gusta más pensar que en vez de déficit de atención tiene dificultad en concentrarse. Se que es lo mismo, pero al decirlo de otra manera, a mi me parece que es más fácil de corregir. Tonterías, pero me ayuda a llevarlo mejor. Una vez que le diagnosticaron la dislexia, la profesora me pidió que le evaluasen el déficit de atención Como es comprensible siendo la cuarta y llevando tantos niños a terapia, tantos años, establecí una relación personal con los pedagogos y logopedas que llevaban a mis hijos. El resultado de las pruebas fue que estaba en el límite, la pedagoga me preguntó que qué me interesaba más que me la diagnosticase con déficit de atención o sin él. Estaba justo en la frontera. Tras pensarlo detenidamente, creí que bastante llena estaba su maleta con la dislexia  y todo lo que conlleva para añadirle más peso con otro diagnóstico, digamos “negativo”. Otro handicap en su expediente, en función del profesor que nos toque nos puede ayudar o machacar, basándose en su falta de atención.

Definitivamente preferí que no fuese etiquetada con déficit de atención. Bastante teníamos encima, como para tener que dar más explicaciones en las tutorías.